10K CASTELLÓ FACSA

 Este año por motivación personal, me había marcado el objetivo de bajar en 10k por debajo de los 45 minutos. El mejor tiempo lo tenía en Diciembre en 47:40 minutos en esa distancia. Rebajar casi tres minutos mi mejor marca era un objetivo ambicioso. 

Pero a veces hay un aquí y ahora. Eso fue lo que pasó el Domingo. 

Recorrido favorable y a nivel del mar (el rendimiento suele ser mejor). 

El sábado hicimos un pequeño entreno en conjunto y aunque llovía, las sensaciones eran buenas. Ayudado a entrar en un ambiente pre competición con una persona a la que admiro cómo es Chema Martínez. 

Lo más lejos que había hecho una carrera fuera de Madrid había sido Toledo. Y cuando el Domingo me acercaba a la salida, era distinto, maravilloso. Se respiraba running. Se me pasó por la cabeza: ¿Y por qué no? Sé que he venido a pasarlo bien, a disfrutar, pero también saber hasta donde podemos llegar. 

Pistoletazo de salida (no hubo cuenta atrás), hasta eso era diferente de otras carreras que había realizado. Fuegos artificiales y petardos para el inicio. 

Me posiciono con la liebre y globo de 45", pero se van marchando poco a poco, aunque nunca pierdo la referencia de vista. 

Así llego al primer km y el reloj marca un parcial de 4,32. Pienso para mí que lo pagaré más adelante, pero ¿Y si no? 

Van pasando los kilómetros, el ambiente brutal, cada pocos kilómetros animación y bandas de todo tipo. No pierdo la referencia de 45' y eso me motiva. 

Al llegar al km 7 y mirar el reloj, estamos en 32 minutos.  ¿Aprieto? ¿Conservo? ¿Tendré fuerzas? 

Voy adelantando a corredores poco a poco, que van más justos de fuerza, y se va acercando la meta. Cantidad de personas animando, más bandas de música y últimos metros cerca de ese globo de 45'.

He disfrutado cómo un niño pequeño, cada zancada, cada respiración, esos aplausos de la gente, sus gritos, sus ánimos. Soy feliz. 

El tiempo lo miro más adelante. De hecho, son mis amigos de club @unionjaguar quienes me felicitan por la carrera y esos 44:43 que siempre quedarán grabados en mí mente. 

Un poco más tarde y de camino a encontrarme con la familia, voy hablando con mí entrenador y no salen las palabras, sólo emoción y alguna lágrima. 

No hay manera de explicar la sensación, pero quien lo ha vivido sabe de qué hablo.

Castelló, su recorrido, su gente, la organización, me conquistó para que el año que viene vuelva y porqué no, dando el salto al Maratón. 

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