MEDIA MARATÓN SAN LORENZO DEL ESCORIAL

Carrera definida por sus organizadores, cómo la más dura de la Comunidad de Madrid. 

Hay algo en nuestra mente, que al leer este tipo de cosas o rehuye del reto o le encandila y quiere hacerlo. 

En mí caso al estar cerca de casa, saber que el recorrido era monumental, me atrapó la idea desde hacía varios meses. 

Llega el día. Quinientas personas nos damos cita en la línea de salida, pensando en disfrutar de la carrera y sufrir lo menos posible. 

Pero nuestra mente necesita poner al cuerpo en ciertos límites. Saber dónde puedes llegar o donde vas a parar. Esta carrera lo hace. Vaya si lo hace. 

Desde el kilómetro dos, empiezas a subir. Pendiente y curva, curva y pendiente. Unas eses muy bonitas a la vista, pero castigadoras a las piernas. 

Me he informado del desnivel, hasta el kilómetro ocho es la subida y luego el perfil mejora, pero hay que llegar al ocho. 

Una vez en semi llano, pero con un asfalto muy irregular, se puede coger aire y echar algún vistazo al paisaje. 

Cuando crees que ya va a ser todo bajada, la carrera se vuelve divertida. Un rompe piernas, donde, no sabes si lo pasas peor en las bajadas o en una nueva subida. 

Pierdes la noción de subida o bajada. Sólo piensas en ir descontando kilómetros. 

Entre tanto sube y baja llegas a San Lorenzo. A la zona de la Lonja, con su Monasterio majestuoso. Y por enésima vez, más cuestas, esta vez aderezadas por calles adoquinadas. 

Queda un último esfuerzo y cruzar línea de meta. No hay ni una pizca de fuerza, pero hay un reto conseguido. 

Leyendo esta crónica, algunos pensarán en hacerla al próximo año y otros no. Yo repetiré.